martes, 22 de agosto de 2017

Los cocaleros imponen la ley del miedo y la zozobra en el TIPNIS

Las empresas constructoras arman los pilotes de uno de los tres puentes que están en territorio indígena. Fotos: Álvaro Valero / Página Siete

El equipo de Página Siete tuvo que andar de madrugada y hasta escapar de una persecución.

 Página Siete / Beatriz Layme  / La Paz 

Son 582 kilómetros   desde La Paz hasta Isinuta (Cochabamba), una zona cocalera  donde concluye el asfalto  y comienza la carretera de ripio, en medio del frondoso bosque hacia el TIPNIS, un territorio desconocido para nosotros. En esta travesía me acompaña el fotógrafo Álvaro Valero. 

Día uno: Interrogados  

El miedo nos invade después de escuchar la amenazadora bienvenida...  "¡Aroma, Aroma!”,  grita un hombre delgado, de rostro bronceado del que sobresale su mejilla izquierda por el bolo de coca que "pijcha”. Nos acercamos y consultamos: ¿Pasa por Limo (comunidad indígena del TIPNIS)?
 
Ahí, ante la atenta mirada de su colega -un transportista cuarentón-, el anunciante empieza a interrogarnos.  

"¿De dónde vienen?, ¿a qué vinieron?, ¿dónde llegarán?”, es la ráfaga de preguntas que lanza el joven chofer, mientras frunce las cejas y nos mira de pies a cabeza.  Por unos segundos pensamos en retornar para resguardar nuestras vidas...

Dos días antes -el 9 de agosto-,  colonos del Consejo Indígena del Sur (Conisur) impidieron el ingreso  al presidente de la subcentral del TIPNIS, Fabián Gil, y a legisladores de oposición que pretendían verificar la construcción de tres puentes en la reserva natural. 

Una semana antes, alrededor de 40 colonos rodearon a periodistas de Los Tiempos argumentando que no podían avanzar para realizar una inspección por el área protegida. En aquella oportunidad prohibieron a los trabajadores de la prensa el uso de celulares y cámaras filmadoras.
 

"Sólo es una visita, si quiere revise nuestras mochilas”, le contesto. El hombre cambia de semblante y nos autoriza  a subir al vehículo, en el que están  tres pasajeros. Ya acomodados, el chofer nos advierte: "Cuidado con sacar fotos y estar filmando para la oposición. Ayer ya he correteado a uno ¡ya saben!”.

Después de recorrer por una hora la carretera, pedimos al conductor que nos deje en la vía. Ahí nos espera doña Cecilia,  una mujer indígena trinitaria mojeña de 45 años.  Ella  nos da una cálida bienvenida, que nos hace olvidar el susto.

Día dos: Un fuerte control  

 Doña Cecilia se ofrece a llevarnos hasta el puente que construye  la ABC dentro del TIPNIS. Antes nos recomienda: "Van a ocultar su  cámara, cuidado con los colonos”. 

Luego de media hora de caminata, al son del "concierto” que ofrecen los pájaros y grillos, llegamos al lugar. Obreros con un taladro gigante "perforan el río” de aguas cristalinas, que de a poco es cubierto por la tierra.

Semejante trabajo  debe ser capturado en una imagen, pensamos, pero ese anhelo se nos dificulta por la sigilosa vigilancia de colonos, quienes al vernos  manipulan sus celulares y en voz alta mencionan los castigos a los que serían sometidos aquellos que se atrevan a registrar el avance de la obra.  

Sobresaltados, y a la vez con esperanza  porque logramos tomar un par de fotografías,   retornamos a la casa de doña Cecilia, quien mira de un lado a otro. "Estos colonos todo controlan”, protesta y agrega que los dirigentes les advirtieron  que quien se oponga a la carretera no se beneficiará del plan de viviendas del Gobierno. 

Día tres: Andar  de madrugada 

Decidimos visitar las comunidades indígenas y dejar de lado los puentes.  Son las tres y media de la madrugada. Apresurados caminamos hasta el punto acordado con un mototaxista, recomendado por nuestra anfitriona. El objetivo es que los colonos no sepan a  dónde nos dirigimos.

 Ya son las 4:00. Suenan dos bocinazos. Ésa es la señal. Salimos con alguna dificultad del barranco en el que nos  escondimos de los colonos que transitan a esta hora. 

De inmediato  emprendemos viaje hasta Ichoa, población que limita con la "línea roja”,  que protege a las comunidades indígenas del TIPNIS.

 Ya al atardecer, a las 17:30, luego de ese recorrido,  contratamos un mototaxi y al retornar vemos que maquinaria pesada -que según colonos es del municipio de Villa Tunari- amplía la vía.
 
Intentamos sacar  fotografías, pero don Felipe, un hombre de más de 50 años, nos pide no hacerlo. "Es la instrucción de los dirigentes”, dice, mientras nos observa por el  retrovisor. 

Cuarto día: La persecución 

Decidimos dividirnos para sacar fotos de la construcción de los puentes. Nos trasladamos, cada quien,   montados en mototaxis.

Tuve éxito. Logré obtener imágenes del avance de dos obras. Contenta me  dirigí al siguiente puente. No había vigilancia y comencé a sacar imágenes, pero repentinamente los obreros comenzaron a silbar y gritar: "¡Oiga usted!, ¡avisen!”. 

  Asustada subo a la moto y a gran velocidad nos alejamos del lugar. Luis, el joven indígena mototaxista, que está en contra de la construcción de la carretera, me alerta: "Nos están siguiendo”. Evidentemente,  una camioneta blanca avanza a gran velocidad detrás de nosotros.

Luis aprieta el acelerador. No importan los baches, el objetivo es alejarnos. En un momento dado, un tráiler que lleva un tractor  nos obstaculiza el paso, pero Luis se da modos y logra sobrepasarlo.
 
 Ese vehículo es nuestra salvación. Permite que la camioneta blanca, sin placa, no nos alcance...  

Pese a las advertencias y la persecución, Página Siete logró su objetivo: Evidenciar la construcción de los puentes en el territorio indígena y cómo maquinaria pesada ensancha la vía que llega hasta Ichoa, población de colonos que limita con la "línea roja” que protege al TIPNIS. 

Indígenas  rechazan convocatoria  a  encuentro paralelo

ANF / La Paz 

El presidente de la subcentral del Territorio Indígena y Parque Nacional Isiboro Sécure (TIPNIS), Fabián Gil, ratificó la convocatoria de la subcentral TIPNIS al encuentro de corregidores de las 64 comunidades de ese territorio y rechazó la convocatoria de organizaciones paralelas.

"Para que conozca la población, rechazamos el encuentro, porque sabemos que es un encuentro político en San Pablo, donde está el Gobierno, donde están invitadas personas ajenas al territorio.
 
Por eso,  a pedido de las comunidades se está lanzando una nueva convocatoria, donde se dice que participarán sólo las comunidades”, dijo Gil.

El encuentro de corregidores de las 64 comunidades del territorio indígena, convocado por la subcentral TIPNIS, se llevará a cabo en el denominado "Centro de Gestiones”, ubicado en el río Isiboro, entre el 25 y el 28 de este mes. Y paralelamente otro grupo de indígenas, calificados como afines al Gobierno, desarrollarán otro encuentro en las mismas fechas.

"Decirle al Gobierno que estamos firmes y que no vamos a bajar los brazos en ningún momento. Él (presidente Evo Morales) está acostumbrado a comprar a dirigentes, pero menos a comprar a los pueblos. El propósito (del encuentro) es rechazar rotundamente la ley que se ha promulgado y ver cómo nuevamente defender los derechos de los pueblos indígenas”, aseguró el dirigente.

Sobre la promulgación de la ley que anula la intangibilidad del TIPNIS y que permite la construcción de infraestructura al interior de la reserva, Gil aseguró que los legítimos dueños son los indígenas del lugar y que serán ellos los que determinen lo que se hará.

"Él será el Presidente, pero no el dueño del territorio. Los que deciden son los nativos que viven dentro del territorio. Ellos van a decidir qué se hará con el territorio en este encuentro y cómo defenderlo”, sostuvo.


Punto de vista
Waldo albarracín   Rector de la UMSA

 "Debe haber  garantías”

Es una actitud absolutamente autoritaria porque nadie es propietario exclusivo de ningún territorio o área de Bolivia. 

 Entonces, los pobladores del Polígono 7, ni ninguna instancia, pueden prohibir el ingreso a un determinado territorio porque no se trata de ninguna propiedad privada.

Otra cosa sería que una persona quisiera ingresar a una vivienda o lugar  particular, pero un lugar del territorio nacional no tiene por qué convertirse una especie de campamento privado de un grupo de personas que se arrogan la propiedad   de un determinado espacio que es de dominio público.

Con lo que ha pasado anteriormente, que prohibieron el ingreso a un grupo de legisladores de la oposición, a altos dirigentes del mismo territorio indígena TIPNIS  y hasta con periodistas de diversos medios de comunicación,  hay una clara vulneración del Estado de derecho que debería ser garantizado por el propio Gobierno, por el Estado como establece la Constitución.

Además, la acción de este grupo de personas  es un acto de amedrentamiento, que genera un clima de inseguridad jurídica. A través de los órganos correspondientes se debería de otorgar las garantías necesarias.

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