Foto: Twitter de Juan Manuel Santos.
En el Teatro Colón, un emblema del centro histórico de Bogotá, se ha firmado en la mañana de este jueves el nuevo acuerdo de paz con las FARC. El jefe de la guerrilla Rodrigo Londoño y el presidente de Colombia, Juan Manuel Santos, dejaron estampadas sus firmas en lo que será el acuerdo definitivo que ponga fin a más de 50 años de guerra. El mandatario ha pedido anteponer la paz a los "intereses políticos".
"Que la palabra sea la única arma de los colombianos", ha afirmado Londoño, en un emotivo discurso en el que hizo un recuento de lo que ha sido el proceso sobre todo desde lo que llamó "el desencanto del pasado 2 de octubre", cuando el no se impuso en el plebiscito con el que el Gobierno pretendía refrendar el acuerdo inicial. "Este acuerdo definitivo no termina confrontaciones de ideas, solo ponemos fin de manera definitiva a la guerra", ha reiterado el jefe de las FARC, a quien por segunda vez han presentado por su nombre y no por su alias y quien insistió en reclamar la implementación pronta y eficaz del acuerdo. "Reiteramos nuestra solidaridad con todas las víctimas de esta larga guerra", ha asegurado y agradecido a las organizaciones civiles, de mujeres, LGTBI, de jóvenes que se unieron durante las últimas semanas para apoyar los diálogos. "No habrá más violencia entre colombianos por razones políticas", ha señalado y ha enviado un mensaje a quienes siguen oponiéndose al proceso al hacer una "invitación fraternal a convivir en la diferencia".
El presidente Santos ha hablado de la urgencia de paz que tiene el país. "Había comenzado a desmoronarse el cese al fuego por cuenta de la incertidumbre sobre el futuro. No podíamos dilatar un minuto más la implementación", ha asegurado en su discurso que contó con los aplausos y arengas a favor de la paz por parte del público que ha asistido al acto, en el que el mandatario ha anunciado que la próxima semana se iniciará el proceso de implementación de todos los demás elementos del nuevo acuerdo en el Congreso. "Esta será una labor fundamental, tan importante como el acuerdo mismo, donde el aporte de todos será muy valioso. Se abre allí una puerta para buscar consensos y espacios de entendimiento", ha agregado.
"En un mundo polarizado, también podemos ser ejemplo y poner el país por encima de los intereses políticos", ha asegurado Santos en una ceremonia que poco o nada tuvo que ver con la que se celebró el 26 de septiembre en Cartagena. Entonces, centenares de medios y miles de invitados de todo el mundo aterrizaron en la ciudad del caribe colombiano. Aquello, en definitiva, fue una fiesta. El acto de este jueves ha sido infinitamente más discreto. Ha durado algo más de media hora y los ciudadanos no lo han vivido con la misma relevancia que la ceremonia anterior.
Lo extraordinario ha dejado de asombrar a la mayoría de los colombianos después de cuatro años de un proceso repleto de anuncios ‘históricos’, cuatro apretones de manos entre Santos y Timochenko, dos acuerdos y firmas, fechas incumplidas y una polarización exacerbada. Una suerte de anestesia general parece haber afectado al país, incluso ante la presencia en la capital, a pocos metros del Congreso y el Palacio Presidencial, del líder de las FARC y toda la cúpula guerrillera. De hecho, llevan varios días en la capital del país, protegidos por la seguridad del Estado que tanto han atacado. Para poner fin, esta vez sí, a 52 años de guerra.
La nueva firma llega en un momento de absoluta fractura política entre las élites que han gobernado este país desde hace décadas. El rechazo al nuevo acuerdo de los líderes del no, encabezados por el expresidente Álvaro Uribe, ha provocado que el camino que viene a partir de ahora sea menos luminoso del que se antojaba cuando se pensó en poner fin al conflicto. El uribismo había convocado protestas para este jueves, que en el transcurso de la jornada no tuvieron mayor eco.
Pese a los reclamos de la oposición para que Santos celebrase otro plebiscito, el presidente ha decidido refrendar el acuerdo mediante el Congreso, donde quiere llevar la discusión política. La polarización marcará, sin duda, la implementación del nuevo pacto. A partir de la otra semana empezará lo que han llamado el día D, con el inicio del estudio del acuerdo en el Parlamento, el desplazamiento de la guerrilla a las zonas de concentración en donde harán su tránsito a la vida civil. Según Santos, en un periodo de aproximadamente 150 días, la totalidad de las armas de las FARC estarán en manos de Naciones Unidas. (ERBOL)
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