Bolívar juega mal, pero para su suerte tiene a Juan Eduardo Fierro como “salvador”. Ayer, el delantero volvió a sacarle de apuros con dos goles —el segundo en el minuto final— y lo condujo a un apretado triunfo sobre San José (2-1) en el Hernando Siles, que lo sitúa ahora a tres puntos del líder Wilstermann.
Lo que todo Bolívar, infructuoso dominador, no consiguió en gran parte del partido, que era embocar sus opciones, Fierro lo hizo en la recta final. Y es que desde su ingreso, el goleador tocó tres veces la pelota, dos las mandó a la red y una al travesaño. Tuvo una notable efectividad.
Es verdad: una vez más la Academia se adueñó de todo en especial en la primera parte, pero en el fútbol no se gana merodeando el área contraria ni creando situaciones tantas veces desperdiciadas; lo que vale es lo que justamente hace Fierro, agarrar y convertir.
Tuvieron sus chances William Ferreira —está lejos del goleador que era—, Marcos Riquelme —no termina de acomodarse— y Juan Carlos Arce —se pasa de individualista—. En su mayoría erraron, definieron mal; y en solo un par, el golero Diego Zamora atajó esos intentos.
También le favoreció a Bolívar el que San José no hubiera sabido sacar tajada de sus pocas opciones, porque si Carlos Saucedo —autor del gol del empate parcial— y compañía se avivaban un poco, de verdad le hubieran amargado la tarde a su adversario.
El equipo santo soltó sus amarras en la segunda parte y fue cuando más le perdonó a Bolívar, que a su vez veía cómo pasaban los minutos y su juego era cada vez más intrascendente.
Hizo bien Beñat San José en darse cuenta de que en el banco estaban dos jugadores que podían cambiarle la cara a su equipo, así que hizo ingresar a Gastón Sirino y a Fierro, y todo fue diferente.
El 1-0 a los 30 minutos partió con un centro de la izquierda, Riquelme “peinó” la pelota y la controló Fierro antes de liquidar a Zamora.
Pero un minuto después, Saucedo liquidó de zurda a Dituro para poner el 1-1.
El cuadro orureño pudo hacer el segundo, se lo perdió Saucedo. También Bolívar, aunque Fierro hizo rebotar la pelota en el travesaño.
Con los minutos virtualmente agotados la igualdad parecía sellada; sin embargo, a los 45 Sirino inició la última, Óscar Ribera siguió con un centro preciso y Fierro embocó de cabeza para convertir —como un mago— la pobreza futbolística de su equipo en una agónica victoria.
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