martes, 18 de julio de 2017

En la periferia alteña adiestran perros para atacar a ladrones

Fotos: Álvaro Valero / Página Siete. Los vecinos pintan paredes y hacen muñecos contra los delincuentes.

En los alrededores del Distrito 7 de la ciudad de El Alto se vive con zozobra debido a la presencia de los canes que atacan a cualquier persona que pasa por ahí.

Página Siete / Wara Arteaga  / El Alto

Son las   doce del mediodía  en la avenida Juan Pablo II, a la altura de la  zona de San Roque que  está colmada  de vehículos. Allí, un mercado se extiende en toda una cuadra y  decenas de personas trajinan. Pero ya al adentrarse en las calles aledañas, el ambiente cambia radicalmente.
 
Perros adiestrados para atacar, calles obstruidas que impiden el paso de vehículos y basurales en las esquinas sorprenden al visitante.

El Distrito 7 de la ciudad de El Alto alberga una de las rutas más importantes de esa urbe, la avenida Juan Pablo II.  Miles de autos pasan cada día por esa vía, para viajar a Copacabana, pueblos aledaños o a Perú;  por esa razón,  distintos comercios se establecieron   y así la carretera que atraviesa por el lugar permitió que restaurantes, tiendas de abarrotes, barracas, cerrajerías y varios negocios similares se consoliden.  Ese es el próspero  panorama a primera vista, pero las calles colindantes a la vía principal contrastan con el espectáculo. 

"No vayas por ahí, donde la casa de piso hay perros, la anterior vez casi me muerden”, recomienda una vecina cuando se transita por allí. Las calles son de tierra, y por las lluvias hay algunos charcos.  Cuatro canes vigilan la presencia de las personas, ellos no dudan en atacar si es que alguien osa caminar por "su calle”. 

Los perros dominan todo al rededor, un espacio de más o menos 500 metros totalmente despoblado, es decir un área verde. Al otro lado del lugar se levanta una construcción y al lado de ellas, sobre la acera, hay tres casas de perros, con el objetivo de ahuyentar a los desconocidos.   

Entonces los cuatro canes se ponen nerviosos primero y luego furiosos, más que ladrar pareciera que dan dentelladas al aire. Una piedra no sirve para ahuyentar a la jauría;  es más, haberla lanzado contra ellos   los irrita más. Pese a  los fuertes ladridos, que alteran el silencioso panorama, ningún  vecino asoma a su puerta a percatarse de lo que sucede. 

Prácticamente puesta contra la pared por los animales, la pregunta que surge entonces es:  "¿cuál me atacará primero?”. Cómo liberarse de cuatro perros que buscan un punto descuidado  para abalanzarse. ¿Cómo salir indemne de la escena? parece ser una tarea imposible, considerando que también hay que lidiar con el miedo propio.

Afortunadamente, por la euforia y entusiasmo de los perros por atacar, resultan lastimándose entre ellos,  hay que aprovechar su pequeña reyerta,  ese es el momento para huir. 
 
Pero pese a toda la bulla la vecindad continúa vacía de gente, y se llega a la conclusión de que si los perros hubieran atacado, nadie se hubiera enterado.

Muchos estudiantes alteños sufren similar experiencia. Ellos son atacados por los canes al salir del colegio. 

La encargada de epidemiología del Hospital del Norte, Jaqueline Ferrufino, explicó que de los casos de mordeduras de canes  que atiende ese nosocomio    el 64% son ataques de "perros conocidos” (propios o que pertenecen a un vecino); además, 73% del total son mordeduras de riesgo. Es decir que los dueños no tienen certeza  de si sus mascotas  tienen rabia o no.  

Más adelante y de  vez en cuando un vecino irrumpe por las solitarias calles. Aparece una señora portando  su credencial de Guardia Vecinal. La señora Felipa,  de 50 años, explica que los vecinos optan por criar perros para amedrentar a los ladrones. "La vez anterior entraron a robar a la una de la tarde”, justifica. 

Aconseja que para protegerse de los perros es mejor atemorizarlos, "Álzate piedra, hay que caminar con cuidado, yo camino con mi palo”, comenta mientras levanta su manta y un pedazo de palo de escoba sale de su bolsa. 

Cuando se le pregunta si hay policías por la zona, responde: "Sólo hay dos, a veces no están, salen a patrullar”, explica al señalar el  retén policial  29 de Octubre,  que  se encuentra vacío. A través de las ventanas sólo se puede observar las paredes, en apariencia un lugar deshabitado.

Otra razón por la cual los vecinos, ante la inseguridad, tomaron sus propios recaudos. Ellos cerraron las calles, algunos con troncos de madera, baldes rellenos de piedra o con bloques de cemento;  esos son los soportes para sujetar cadenas, cables o cuerdas y así impedir el acceso a los vehículos. O las amenazas  pintadas en las paredes que advierten: "Ladrón pillado será linchado” o "Auto sospechoso será quemado”. 

Atardece, ningún vecino se atreve a salir a la calle después de las ocho de la noche  por miedo a los atracos.  Los lugareños que caminan más allá de la hora regular  lo hacen equipados con palos o fierros. "Los delincuentes   no miden consecuencias”, opina el presidente de la zona 21 de Octubre, Luis Aquiza. Sobrevivir, en este lugar, es una tarea de matar o morir.

WhatsApp, palos y piedras para defenderse
Cada semana existen alrededor de seis casos de robo y atracos por la zona 21 de Octubre B , en el Distrito 7 de El Alto. El Distrito 8 recibe  dos denuncias por robo al día. 

La situación de peligro al que el vecindario está expuesto ha llevado a los lugareños a iniciar diversas tareas de autodefensa. Entre palos, varas de metal, petardos, silbatos, sogas, perros, piedras, guardias vecinales, calles trancadas,  hasta  grupos de WhatsApp, todos los recursos son válidos para combatir la delincuencia. 

"Nosotros reventamos petardos, decimos que ante cualquier actividad sospechosa hagan reventar dos petardos. Si alguien escucha un ruido,  los vecinos tenemos que salir dispuestos a enfrentarnos con el delincuente”, relata el presidente de la zona General Pando, David Ticona. 

Explica la desconfianza que existe en  la Policía.  "La gente no confía, dicen que ellos trabajan en  concomitancia con el delincuente”, argumenta y añade que los efectivos llegan horas después de una denuncia.

El Distrito 8 tiene alrededor de 100 mil habitantes. El subalcalde del lugar, Ángel Yujra, informó que contra la inseguridad se inauguró una estación policial integral (EPI) para albergar á 500 efectivos policiales. Pero hay zonas en el lugar que ni siquiera cuentan con retenes policiales, como Inti Raymi. "Criamos perritos porque no hay policías”, confiesa el  vecino de la zona Édgar Mamani. 

En lugares donde  faltan policías, algunos lugareños se arman de silbatos o cierran las calles para evitar que ingresen autos "sospechosos”. "Entran a robar al mediodía, a veces incluso armados”, relata Berta Chacón, de Senkata.  "Hubo un homicidio hace unos meses. Nosotros llamamos a la Policía desde las ocho de la mañana,  llegaron a las cuatro de la tarde”, explicó.

Los habitantes de la zona Villa Asunción crearon un grupo de WhatsApp para percatarse sobre cualquier hecho delictivo. En cambio en la zona 21 de Octubre "B” se comunican mediante llamadas de celular. 

Sólo dos efectivos policiales cuidan 135 zonas, afirmó el presidente de 21 de Octubre B, Luis Aquiza.  "Ahí hasta la Policía le teme a los ladrones”.



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