Pàgina Siete / Wara Arteaga / El Alto
“Una libra de fibra de vicuña cuesta 700 bolivianos. Para una manta, la más delgada, necesitas por lo menos un kilo y medio, el kilo sale 1.700 bolivianos”, calcula casi de memoria una mujer que todos los jueves y domingos vende fibra de vicuña en un puesto improvisado en la calle Fournier de la Feria 16 de Julio de la ciudad de El Alto. Para evitar decomisos y para ocultarse de los policías, la mujer esconde la mercancía entre cueros y lanas de otros animales.
No es la única. En los rincones y detrás de los puestos principales de esa calle, decenas de comerciantes ambulantes ofrecen fibra de vicuña. Unos esconden la lana en bolsas negras y otros en aguayos.
“1.300 bolivianos es un kilo”, asegura un hombre de avanzada edad, quien para disimular su negocio clandestino vende además decenas de revistas antiguas y algunos artefactos inservibles. Y es que la calle Fournier de la Feria 16 de Julio es uno de los cincos “mercados negros” de El Alto, donde trafican fibra de vicuñas.
Los otros cuatro mercados ilegales de vicuña en la urbe alteña se encuentran en las ferias de Puente Vela y San Luis, y en las denominadas ferias de “Lunes”, que se desarrolla en Alto Lima y la de “Martes”, que se realiza cerca de la plaza La Paz, ubicada cerca de la Ballivián, según un reporte de la Policía Forestal y de Medio Ambiente (Pofoma).
Según la Policía, los mercados ilegales de fibra de vicuña florecen también en los municipios de Viacha y Patacamaya.
Cada año y en especial en fiestas folklóricas como el Gran Poder, la demanda de fibra de vicuña crece, su lana es cotizada en especial para la confección de mantas, según las autoridades. Mientras la demanda aumenta, el precio de la fibra sube y también el número de muertes de vicuñas.
En los mercados ilegales, un kilo de fibra de vicuña llega a costar desde 1.300 bolivianos hasta 1.400, según los comerciantes y compradores. ¿Y cuántas vicuñas se sacrifican para obtener un kilo de fibra? El director de la Policía Forestal y de Medio Ambiente (Pofoma), Wálter Andrade, explica que de acuerdo a un informe del área de conservación de áreas protegidas, se requiere sacrificar hasta cinco vicuñas para conseguir un kilo de su fibra. “Ese es el promedio, algunos trasquilan sólo el lomo, por lo que necesitan cazar más vicuñas”, detalla.
Según el médico veterinario Josimar Aliaga, las fibras de vicuñas y los guanacos son codiciadas por su fina lana.
Aliaga detalla que a los cazadores lo único que les importa es la lana y el cuero de la vicuña. “En el altiplano se encontraron cuerpos despellejados, no les importa la carne ya que ésta ocuparía gran espacio y sería difícil el transporte”, indica.
De acuerdo al director Departamental de Pofoma, la fibra de vicuña del mercado ilegal viene en vellones enteros y sucios.
Andrade recalca que la comercialización de este tipo de fibras es ilegal. “La venta de lana de vicuña y guanaco es ilegal. Son animales vulnerables y aparte son silvestres”, dice.
La vicuña y el guanaco son especies protegidas por la ley de Medio Ambiente. El artículo 111 dice “El que (...) comercialice el producto de la cacería, tenencia, acopio, transporte de especies animales y vegetales, o de sus derivados sin autorización o que estén declaradas en veda o reserva, poniendo en riesgo de extinción a las mismas, sufrirá la pena de privación de libertad de hasta dos años (...)”.
Fibra de “oro” de la 16 de Julio
“¿Es de vicuña?”, pregunta una mujer al ver una manta con bordados de figuras de animales en la calle Fournier de la Feria 16 de Julio de El Alto. “No, es guanaquito nomás. Pero si quieres te lo puedo tejer”, responde sonriente la dueña del puesto de venta. Otra mujer se mete en la conversación y dice en voz baja: “Aquí nadie expone mantas de vicuña, es como llamar al ratero”.
Y es tal vez por esa razón y para evitar robos que otros comerciantes prefieren vender cueros y fibras de llama y alpaca. “No tengo lana de vicuña, pero allá al frente tienen, ocultan la fibra en bolsas negras”, dice otra de las comerciantes, mientras señala con disimulo a los “traficantes de fibra de vicuña”.
En la calle Fournier, los comerciantes de cueros y fibras de llama y alpaca, además de vicuñas y guanacos, se instalan en al menos cuatro cuadras. Los clientes habituales llegan al lugar y de inmediato se acercan a los comerciantes que se paran con bolsas negras: todas guardan fibra de vicuña, ya que su comercialización es prohibida porque es un animal silvestre en riesgo de extinción. Mientras que un comprador novato tarda hasta 20 minutos en identificar los puestos de venta.
“Tengo mantilla de vicuña, lo estoy rematando a 2.000 bolivianos”, dice una de las vendedoras. Casi de inmediato, la mujer abre su aguayo y deja al descubierto dos mantas de vicuña. En menos de un minuto, más de seis personas rodean a la mujer, quien muestra las prendas como si fueran de oro.
“Ya no las tejen como antes, ahora son delgadas, se rompen fácil y si las llevas a las tejedoras, ellas te engañan por lo menos un ovillo”, explica la comerciante.
En el sector también venden una diversidad de productos que se usan en las áreas rurales de La Paz. Cueros, lanas para hilar, huesos tallados que se usa para tejer, sogas de cuero y ruecas.
Un ovillo de lana de vicuña cuesta 300 bolivianos, dice en aymara una mujer a su compañera. A unos pasos de las otras comerciantes, ambas pasan el tiempo hilando una fibra. Y en una bolsa negra, que sirve como tapete, ofrecen nueve nudos para vender.
El mercado de Puente Vela
Como cada lunes, cientos de comerciantes acomodan sus puestos improvisados en Puente Vela, otras de las ferias más concurridas de El Alto y que se encuentra cerca de la carretera a Oruro.
En el lugar, una mujer vende tonos diferentes de fibra. Según la mujer, la vicuña tiene un color especial, además el tono de pelaje cambia de acuerdo a las partes del cuerpo del animal. “El precio es el mismo”, dice.
Luego, la comerciante saca de las bolsas y muestra dos tonos diferentes de fibra, el más claro pertenece al cuello de la vicuña.
En Puente Vela la fibra de guanaco es otro de los productos más comercializados.
Impunidad
En oficinas de Pofoma, ubicada en cercanías de la avenida Pando, Andrade recuerda cómo se desarrolló uno de los últimos operativos en El Alto. Según la autoridad, se logró incautar 14 kilos de fibra de vicuña.
Para realizar este operativo, Pofoma inició un trabajo de investigación de dos meses. “Un informante nos dijo que había una persona que acopia y vende cuero de vicuña en grandes cantidades. Operaba en las ferias San Luis y 16 de julio. Entonces, nos aviso que haría lo mismo en la feria de Ramos en la ciudad de El Alto”, cuenta.
Andrade explica que aunque el operativo fue exitoso, no se pudo detener a la acusada y menos seguir un juicio. ¿Por qué? “Lamentablemente, la fiscal no quiso aceptar el caso, argumentó que correspondía al turno nocturno. Hablé con el fiscal departamental y dijo que subiéramos el caso al (Ministerio Público) de El Alto, donde tampoco quisieron recibir (el caso) porque indicaron que no tenían defensa pública” , recuerda. “Ya habían pasado ocho horas y no nos quedó otra opción que poner en libertad (a la vendedora de fibra de vicuña)”, agrega con resignación.
El jueves 12 de abril, el equipo de Pofoma realizó uno de sus más recientes operativos en la Feria 16 de Julio de la urbe alteña. Los efectivos policiales decomisaron alrededor de 26 kilos de fibra de vicuña, que equivale a cerca de 130 animales sacrificados.
Matan 35 vicuñas para una manta gruesa
“Por aquí no vas a encontrar una manta de vicuña. Tal vez por El Alto. Es como oro, llama al ratero”, sentencia Ximena Navia, quien recuerda que su mamá bailaba con una prenda de este animal en las entradas folklóricas de Desaguadero, Gran Poder y en alguna que otra fiesta patronal en provincias.
Usar una manta de vicuña representa un verdadero lujo, pero que tiene un precio muy caro para la Madre Tierra. Según otra comerciante, para confeccionar una manta grande de “pura vicuña” se requiere hasta siete kilos de fibra, que equivale a un número de 35 animales sacrificados. El costo de prenda, que tiene un buen grosor y se puede doblar en cuatro, oscila desde 9.000 bolivianos hasta 14.000 bolivianos.
Y es que para conseguir un kilo de fibra de vicuña, según el director de la Policía Forestal y de Medio Ambiente (Pofoma), Wálter Andrade, se requiere hasta cinco vicuñas.
“Nosotros ponemos la lana”, añade la comerciante e intenta convencer a una potencial cliente. La tienda de la mujer se encuentra en la zona norte de La Paz, donde se venden ropa, muebles, colchones, verduras, frutas, telas y un sinfín de productos.
“Antes las hilanderas se asentaban por la Garita de Lima, pero han desaparecido”, acota Navia.
A unas cinco cuadras del lugar, se encuentran unas pocas tiendas donde ofertan mantas tejidas. La mayoría son delgadas, con vistosos bordados y detalles brillantes. “Es de guanaco y conejo. El bordado es vicuña”, explica la vendedora del local. Una prenda de ese material y confección cuesta 10 mil bolivianos. “No tenemos vicuña purita”, explica poco después.
En El Alto, las comerciantes venden las mantas de vicuña a 15.000 bolivianos. “Su lana es finita, no es como la de alpaca, por eso al hilar sale bien delgadita y si no sabes manejar puede deshacerse fácil”, explica la vendedora de una tienda, cuya especialidad son las prendas de lana de vicuña, guanaco y conejo.
La vicuña tiene un color especial, además el tono de pelaje cambia de acuerdo a la parte del cuerpo del animal. “El precio es el mismo”, dice otra comerciante de Puente Vela, uno de los cincos mercados ilegales de la fibra de este animal.
Las calles adyacentes a la plaza San Francisco, que ofrecen productos para turistas, muestran en la puerta de sus negocios un letrero en rojo que resalta la palabra Alpaca, para informar al cliente que en ese sitio comercializan productos de ese animal.
“Tienes que preguntar, algunos hacen”, explica una comerciante, luego de ser consultada si en esa calle confeccionan o venden prendas con lana de vicuña.
La mujer que atiende el negocio explica que ella no teje, que sólo vende, pero, agrega, que hay tiendas que tejen y confeccionan estas prendas de vicuña. “Pero son muy costosas”, asegura.
Esquila comunitaria, opción que salva a miles de vicuñas
En Bolivia, la vicuña habita La Paz y Oruro, ambos departamentos comprenden el Área Natural de Manejo Integrado (ANMI) de Apolobamba y del Parque Nacional Sajama, respectivamente. En estos lugares, las comunidades se organizan para realizar el trasquilado una vez cada dos años y de esa manera preservan a la vida de las vicuñas.
Jhonny Huanca, director del Área Natural de Manejo Integrado (ANMI) de Apolobamba, recuerda que en la década de 1970, cuando el lugar se declaró reserva natural, sólo había unas 90 vicuñas, todo por culpa de la caza furtiva.
“Desde que Ulla Ulla se convirtió en Área Natural de Manejo Integrado, podemos hacer aprovechamiento, obviamente respetando a la Madre Tierra. A partir de ese año, se aumentó la población de la vicuña, ahora tenemos 11.950 vicuñas”, dice orgulloso Huanca.
Con el AMNI se practica el aprovechamiento de la vicuña y se logra conseguir fibra para el mercado legal. Para exportar este material, los productores siempre evalúan la calidad del vellón. Según Huanca, estas fibras no llegan al mercado nacional.
Es que la fibra de vicuña es la más fina del mundo y la más cara en el mercado internacional, según una nota del portal www.bbc.com.
El año 2000 se conformó la Asociación Regional de manejadores de Vicuña. “Están asociadas 18 comunidades de manejadores de vicuñas. Comprenden la parte alta de Pelechuco y el área baja de Charazani, ambos son lugares donde se practica el aprovechamiento de la vicuña”, detalla.
La iniciativa también se replicó en países como Perú, Chile y Argentina.
Cada dos años, los comunarios se reúnen para aislar y cercar a las vicuñas. Después de realizar el trasquilado, las dejan libres.
Este es un trabajo en conjunto, las comunidades reúnen alrededor de 100 personas para realizar la operación.
Según Huanca, el trabajo del trasquilado, no se puede realizar en familias. “No se puede hacer entre dos o tres personas”, dice.
Por la demanda de personal y equipos, algunos pobladores prefieren cazar a las vicuñas. Entonces, las atrapan y matan, después botan al animal. Las asociaciones de comunarios expulsan a las personas que incurran en este delito.
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