Vásques trabaja en una de las esculturas de chatarra. Fotos: Víctor Gutiérrez / Página Siete
En un taller de una vivienda de Ciudad Satélite de El Alto, los sonidos de un motor de soldadura y combos contra los fierros se escuchan desde hace tres meses. Al pasar por el lugar, muchas personas se imaginan que construyen piezas de metal, pero en realidad forjan a los personajes de un pesebre navideño de tamaño humano.
¿Cuándo y cómo surgió la idea? Fue hace poco más de un año, cuando el joven artista Facundo Vásquez decidió convertir chatarra en una obra de arte dedicada a la Navidad. Para este proyecto, el también escultor determinó un sello nacional con diversos personajes y paisajes de distintas regiones bolivianas.
Un yatiri, un tinku, un inca, potosinos y un afroboliviano, entre otros, son los personajes que darán vida al pesebre andino de Vásquez.
Al principio, el artista planificó que el pesebre tendría once piezas, pero por cuestión de recursos, se redujo sólo a siete. Las esculturas miden entre metro y medio y los dos metros de altura. “Los pastores tendrían parejas y también habrían animales”, explica. Para este trabajo, indica el escultor, el tiempo fue corto y los recursos insuficientes.
El proceso de creación duró más de tres meses. Primero se plasmaron los bosquejos. Poco después las figuras se diagramaron en un programa de computadora. Luego, se inició la recolección de desechos metálicos, materia prima para las esculturas.
En el taller se guarda miles de piezas de metal que muchas personas desecharon por considerarlas chatarra.
Vásquez reconoce que no tiene mucha experiencia en la elaboración de este tipo de esculturas, pero recibió la ayuda de otro artista que tiene una especialización en el área.
Para la elaboración de las esculturas, los artistas usaron barriles viejos, letreros de metal oxidados, sillas viejas, repuestos de autos y tubos. Por ejemplo, para mostrar una capa ondeando al viento, se utilizó un combo y cincel.
Para la elaboración de las esculturas, los artistas usaron barriles viejos, letreros de metal oxidados, sillas viejas, repuestos de autos y tubos. Por ejemplo, para mostrar una capa ondeando al viento, se utilizó un combo y cincel.
Según Vásquez, la mayoría de estas piezas chatarra tienen una forma particular, por su desgaste natural. “Sólo hay que encontrarle el sitio adecuado”, añade. Desde hace unos días, los escultores exponen una de las primeras piezas del pesebre, en la avenida Palenque de El Alto. Se trata de un potolo que toca la tarka.
“Lo más difícil de hacer es el rostro y juntar las piezas delgadas”, explica Vásquez, mientras un grupo de transeúntes observa con admiración la obra.
La elaboración de una sola pieza puede tardar alrededor de dos semanas, pero todo puede variar de acuerdo al clima. “No es fácil trabajar cuando está lloviendo, tampoco cuando estás de mal humor”, confiesa Vásquez, quien trabaja ocho horas diarias para la creación del pesebre.
La obra se expondrá en el palco del primer desfile navideño de la ciudad El Alto, que se realizará el 16 de diciembre. De esa manera, la gente podrá apreciar cómo piezas de chatarra dan vida al pesebre más grande de la urbe.
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