El Chapo ha sido declarado este martes culpable de los 10 cargos que le imputaba la justicia estadounidense. Ese es el veredicto del jurado popular que durante casi tres meses ha examinado en Brooklyn (Nueva York) los testimonios y la masa de evidencias presentadas contra el mexicano Joaquín Guzmán Loera en el mayor juicio por narcotráfico celebrado en Estados Unidos. La vista en la que se conocerá la sentencia definitiva será el próximo 25 de junio.
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La suerte del narco, de 61 años, ha estado en manos de ocho mujeres y cuatro hombres, vecinos anónimos de los barrios de Brooklyn, Queens y Long Island, y las deliberaciones se han extendido durante más de 34 horas.
En el momento de la extradición hace dos años, El Chapo fue imputado con 17 cargos penales. Se concentraron en 10 para agilizar el proceso. La Fiscalía tuvo que probar que distribuyó droga de manera concertada con al menos cinco personas y que actuó como gestor de la organización. También que sobornó, torturó y asesinó para proteger y hacer crecer el negocio.
Si sus tácticas no funcionaban, siempre tenía un plan para evadir la captura. “¿Quién viaja en vehículos blindados con guardias de seguridad? ¿Quién no tiene uno sino una serie de túneles para escapar? ¿Quién tiene una armada de gente peleando por él?”, dijo en las alegaciones finales la fiscal Andrea Goldbarg. “Era porque sabía que era culpable”, aseguró. Le describió como un criminal astuto y cruel.
Durante el juicio se cruzaron decenas de testimonios y cientos de evidencias para demostrar cómo El Chapo hizo piña con un grupo de criminales para compartir los beneficios y los riesgos del narcotráfico. Se identificó como colíder a Ismael El Mayo Zambada, aún prófugo. Se ayudaban para ser más fuertes compartiendo territorio, la infraestructura, la inversión en los cargamentos y los sicarios.
La Fiscalía presentó su causa durante 11 semanas. Llamó al estrado a 56 testigos, 14 de ellos cooperantes protegidos. Dibujaron con su recuento el cuarto de siglo durante el que Joaquín Guzmán lideró el cartel. La defensa lo hizo en media hora y con un solo testimonio. Concentraron la munición en el interrogatorio a los delatores. “Algunas veces”, dijo el abogado Eduardo Balarezo, “la mejor defensa es una buena ofensa”.
En lugar de planificar una extensa batería de testigos con la que torpedear al todopoderoso Departamento de Justicia, la estrategia de la defensa buscó presentar a los testigos como criminales mentirosos que con sus confesiones pretendían reducir las condenas y proteger a sus familias. También pusieron en evidencia inconsistencias en el recuento que hicieron de su vida personal y el negocio.
Doce de los 14 cooperantes tenían acuerdos de colaboración, como los capos colombianos Juan Carlos Ramírez, alias Chupeta, y los hermanos Cifuentes. “No les pedimos que tengan simpatía hacia ellos”, dijo la fiscal, “solo que determinen si sus testimonios tienen sentido con las pruebas aportadas”. Once trabajaron o fueron socios del cartel bajo el liderazgo de El Chapo e Ismael Zambada.
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